¡Es un honor estar con Claudia hoy! Proceso transformación de México.
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RICARDO MONREAL AVILA. …………………….
El pasado fin de semana se llevó a cabo una gran celebración, a partir de una amplia convocatoria y respuesta a nivel nacional. El motivo de la fiesta generalizada en la principal plaza pública de la capital y del país entero se debió a los siete años ininterrumpidos del
Lo anterior solo pudo ser posible, entre otros factores, a través de la transición ordenada entre la pasada administración y la presente, que implicó la proscripción de la añeja práctica del parricidio político -entendida como la destrucción pública del Presidente saliente por parte de su sucesor- la cual fue durante décadas un rito perverso del presidencialismo mexicano.
Este fenómeno, metáfora del asesinato del padre en el ámbito político, implicaba una traición interna ejecutada por aliados o herederos cercanos, motivada por ambiciones personales, desacuerdos ideológicos o la percepción de que el líder precedente se había convertido en un obstáculo.
Su impacto trascendía lo individual: debilitaba simbólicamente al grupo en el poder y solía desencadenar purgas y reconfiguraciones profundas. En México, ese fenómeno se llegó a normalizar como un requisito tácito para la verdadera toma de posesión: el sucesor debía “matar” simbólicamente al antecesor para afirmar su autoridad. Por ello, tras la elección de 2024, sectores críticos esperaban un deslinde dramático entre nuestra actual presidenta, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo y el líder moral y fundador de nuestro movimiento: el Lic. Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, lejos de cumplir con ese guion, nuestra primera Presidenta declaró explícitamente: “Pintar la raya con López Obrador sería pintar la raya con el pueblo de México... ¡nunca!”. Esta afirmación, realizada en el marco del sexto aniversario de la victoria de 2018, auspició los gritos que se dieron con fuerza el 6D en el Zócalo: “¡Es un honor estar con Claudia hoy!”, porque subraya una transición inédita en la que, por primera vez, Presidente saliente y Presidenta entrante recorrieron juntos el país entregando y recibiendo obras de gobierno, en un acto de continuidad programática, así como ideológica, sin precedentes.
La pasada administración cerró su mandato impulsando 20 reformas constitucionales y legales para sentar las bases del Segundo Piso de la Cuarta Transformación. La Presidenta de México, por su parte, ha enfatizado que su proyecto profundizará y consolidará lo iniciado por su antecesor.
Vivimos, pues, un momento histórico de continuidad con cambio: permanecen los principios, reformas y obras estratégicas, pero se abandonan viejos hábitos de la escena política perversa característica del neoliberalismo. Con ánimos de galvanización de la población, para una transformación continuada, se dio paso a una transición que prioriza la coherencia del proyecto sobre la simbología del sacrificio ritual.
Por ello, resulta igualmente inevitable el contraste entre la marcha 15N versus la del 6D. La primera, exigiendo una renuncia; la segunda, refrendando un mandato. Aquella con 30 mil voces; esta con 600 mil voces y brazos en alto. La del 15N destilaba odio e injurias. La del 6D, alegría y música. El siniestro bloque negro que ensució al 15N lo sustituyó ahora un megabloque de banderas multicolor: guindas, blancas, naranjas y violetas.
En el edificio poniente del Zócalo, donde se alojan oficinas de diputadas y diputados del Congreso de la CDMX, una manta espectacular dominaba visualmente: “Presidenta. No estás sola”. Un mar de cartulinas blancas, verdes y rojas, hablaban por sus portadores: “No soy bot, soy Claudialover”. “Soy un acarreado del amor a México” y la ya citada, pero simbólicamente trascendental frase: “¡Es un honor estar con Claudia hoy!”.
La concentración del 6D fue multigeneracional: predominaban milenials, centenials y baby boomers, en ese orden, a diferencia de la del 15N, que pretendió reunir a la generación Z, pero a la que nunca llegaron jóvenes. ¿Tendrá algo que ver que 4.2 millones de estudiantes de Preparatorias públicas ya reciben desde este año la beca universal Benito Juárez?
En el templete del 6D, un presidium federalista. Estuvieron al frente las y los gobernadores del Movimiento, junto a una Secretaria y tres Secretarios de Estado y la Presidenta, mientras que el grueso del gabinete estuvo sentado en la segunda línea.
Pero la esencia de la concentración fue el mensaje presidencial. El sentido histórico del mismo. No fue solamente mostrar el músculo y la dentadura a la derecha anti-4T. Fue ante todo la reivindicación de un nuevo proyecto de nación y de un modelo de desarrollo que está dando resultados y que se encuentra en la construcción de su segundo piso, al cumplir siete años de su inicio y dar muestras palpables de la continuidad de sus principales postulados.
Siete años de resultados tangibles: 13.5 millones de mexicanas y mexicanos que salieron de la pobreza. Siete años de crecimiento sostenido del salario mínimo por encima de la inflación. Siete años de implantación y extensión de cobertura de 14 programas sociales que el próximo año representarán un billón de pesos presupuestales. Siete años de invertir recursos en obras de infraestructura pública que están moviendo el empleo en amplias zonas del país.
Siete años de reformas constitucionales y legales para recuperar y dar certeza al espíritu de justicia, igualdad y bienestar de la Constitución de 1917. Siete años de libertad de expresión y manifestación irrestrictas. Siete años de un peso fuerte, de finanzas públicas sanas y de precios estables en alimentos, energía y gasolinas. Siete años de defender la soberanía y la libertad de México frente a las potencias extranjeras y los amagos de intervencionismo. Siete años de una lucha contra la herencia neoliberal de la inseguridad, la violencia y la corrupción, que ya empieza a dar resultados, pero que no es fácil de sostener, como tampoco es posible cantar victoria frente a esa víbora de tres cabezas.
En suma, siete años de continuidad de un proyecto nacional de transformación, no de continuismo de un grupo político o partido.
El momento estelar de la concentración fue cuando un Zócalo repleto y sus calles aledañas igualmente rebosantes se fundieron en un solo grito que, como onda expansiva, retumbó en los edificios coloniales de uno de los centros históricos más hermosos del mundo: “¡No estás sola!”. En efecto, tres cuartas partes de un pueblo concientizado acompañan a la Presidenta de México. ricardomonreala@yahoo.com.mxX: @RicardoMonrealA


