Corrupción y fraude, angustian la unión de Ruta 100

. BLAS A. BUENDÍA. ………………………………………
La Comisión Liquidadora de la extinta Ruta 100 reveló que la solución del conflicto laboral más añejo de la Ciudad de México enfrenta diversos mecanismos de asedio tanto a nivel administrativo que es la omisión gubernamental, conjugándose la comparsa de aduladores que incurren en un doble lenguaje soez, que arbitrariamente carece de fundamentos jurídicos empeorando la relación con el gobierno local, hasta incurrir en el delito de Daño Moral.
Existen aduladores, advirtió, que utilizan un doble lenguaje. Atacan verbalmente a los líderes corruptos entre los que sobresalen Ricardo Barco López y Gabino Camacho Barrera, y un zalamero que gesticula y expresa mentadas de madre en el Zócalo de la Ciudad de México, para simular “estar con la base trabajadora”, lo cual es una falacia y una gran mentira.
Se ha detectado que el ex chofer Ernesto Monroy Martínez, está en una supuesta nómina corrupta para seguir crispando la unión de la ex Ruta 100. Los serviles y lamebotas que recurren a la doble expresión son un problema grave en el conflicto laboral de la ex Ruta 100.
Líderes corruptos como Ricardo Barco López y Gabino Camacho Barrera, así como un total de 43 implicados acusados de fraude y corrupción, todos éstos siguen siendo víctimas del manipuleo de esa dupla de delincuentes de cuello blanco, aunque se espera que en breve, las autoridades judiciales puedan presentar en un solo bloque a toda esta banda de criminales.
Los ex trabajadores de Ruta 100 han sustentado reiteradamente que Ernesto Monroy Martínez sigue jugando un doble papel porque ha traicionado la confianza de sus compañeros, amigos y de grupo.
Monroy, a quien apodan “El Chaquetas”, informa y delata a otros ante la dupla de rufianes que forman parte de una mafia pueril que, desde hace tres décadas, Ricardo Barco y Gabino Camacho lo mantienen bajo sus órdenes para consumar la Estafa Maestra en contra de 12,004 ex trabajadores defraudados.
Desde hace muchos años, el sujeto antes descrito, “se ha sumado a ser una oreja más de las que cuentan dichos personajes”, ya que ha sido muy útil para desestabilizar la unión de los desvalidos ex choferes de la Ruta 100 que se integran a la Comisión Liquidadora que a través de los años, cuando menos la mitad de los doce mil trabajadores, han fallecido sin haber visto la justicia de su lado.
Se detecta que El Chaquetas continuamente rompe la solidaridad laboral, social o grupal del movimiento de la R-100; no le interesa más que defender sus intereses lacayos que incluso aparenta ser otro “hambreado” cuando sus propios compañeros han observado que sin tener un trabajo que le sustente una vida digna y decorosa, lo han sorprendido manejando automóviles del año de su propiedad producto de sus corruptelas.
“Actúa en contra de los intereses de la comunidad de ex choferes del SUTAUR-100”, reveló la Comisión Liquidadora donde ya no confían en este personaje “por sus acciones saturadas de deslealtades, deshonestidades y sistémicas mentiras, descubriéndolo de ser un congénito traidor”.
Entre la Familia Ruta 100, al señor Monroy le han aplicado términos que lo describen como un “traidor esquirolesco”, un “delator”, “un soplón desleal”, “un informante renegado” que, bajo un contexto más amplio, esta misma persona podría ser descrita como alguien que “informa o delata a otros ante los defraudadores y tramposos de Ricardo Barco y Gabino Camacho, a cambio de pírricas cantidades económicas que son indicios de corrupción”.
Si bien el término "esquirol" se origina y aplica en el contexto laboral de quien traiciona un movimiento, especialmente en la época de los sindicatos y movimientos obreros, se refiere a aquellos trabajadores que actúan paralelamente para ver qué beneficios obtienen a costillas de sus demás compañeros de causa. “La felonía es innegable por las deslealtades que se marginan como seres abominables”, sentenció la Comisión Liquidadora.
En la generalidad de las acciones de este movimiento laboral, la Comisión Liquidadora refirió que el famoso Don Neto el Chaquetas, “no tiene principios ni valores, sino más bien, opera por beneficios oscuros. No respeta la lealtad ni la confianza. Es capaz de dañar a otros para avanzar, teniendo connotaciones negativas en una perspectiva de género”.
Monroy Martínez simula considerando el impacto desproporcionado de sus traiciones y delación contra mujeres y grupos vulnerables, al grado que es necesario analizar cómo estos episodios de la vida real, perpetúan estereotipos y discriminación de género, que podrían incurrir en acciones penales que deben ser realizadas por peritos judiciales competentes, respetando el debido proceso y los derechos humanos.
En medio de un artificioso “a río revuelto, ganancia de pescadores”, Ernesto Monroy Martínez, entre la maraña de sus malas intenciones, es impulsar el desmoronamiento de la unión de ex Ruta-100 por órdenes de Ricardo Barco López y Gabino Camacho Barrera, esgrimiendo un lenguaje carroñero, que le da igual recordarle el diez de mayo a los funcionarios del gobierno que ahora encabeza Clara Brugada, así como lo hizo en contra del Ejecutivo cuando gobernaba Andrés Manuel López Obrador, y ahora contra la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
El referente de la ex Ruta-100 se centra en la Estafa Maestra donde están vinculados 43 involucrados en delito de defraudación administrativa, en detrimento de 12 mil cuatro trabajadores, de los cuales casi la mitad ya falleció, pero están sus esposas e hijos luchando, por lo que por derecho les corresponde, señalaron los afectados.
En recientes despachos periodísticos, trasciende que carecen de validez las expresiones de supuestos líderes y lideresas espurias al movimiento de la Comisión Liquidadora del SUTAUR-100, ya que este tipo de arribistas buscan también desequilibrar a este noble gremio, que el martes 8 de abril del año próximo 2025, cumplirá 30 años de que fue desaparecido el órgano de transporte urbano más importante de la Ciudad de México, denominado Ruta-100.
“Se ve la mano de Gabino Camacho, Ricardo Barco López, Eulalio Guzmán, Carlos Septién e integrantes de la familia Mendoza Larraguivel, de quienes desde la clandestinidad, siempre le han apostado a perturbar este movimiento”, denunció la Comisión Liquidadora para advertir que los recursos financieros que deben ser devueltos por los citados timadores, es “cumplir con la Reparación del Daño Patrimonial causado a más de doce mil trabajadores”.
Esta acción constitucional podría ser una de las inmediatas soluciones de este conflicto laboral y la posible liberación del defraudador Ricardo Barco López; mientras, el proceso judicial se persigue por Oficio, el inculpado debe cumplir con los requisitos de ley para recuperar su libertad; antes no.
Con los recursos defraudados que suman millones de dólares, abrieron inversiones en Banca Ixe, luego los transfirieron a BankOne y Merrylinch, en Estados Unidos. Quienes tenían la administración, fueron pidiendo préstamos para comprar concesiones y crear las empresas del Grupo Metropolitano de Transporte (GMT), manteniendo ese dinero intocable, sin ser reportado a la Comisión Liquidadora Ruta-100, incurriendo en siniestralidad de la ilegalidad.
Ante ello, se interpuso un juicio civil que el juez 47 le dio la razón a cuando menos 350 ex choferes, siendo reconocidos como auténticos querellantes, analizándose actualmente todas las copias en inglés de los 42 millones de dólares que se pidieron a Banco Arizona, comentan los ex ruteros de la 100, quienes aun así, esperan los fallos judiciales del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México a su favor por ser promoventes de los mismos.
En su momento, Eulogio Sánchez, de la Comisión Liquidadora, consideró que la detención de Ricardo Barco López “es un indicio de que se hará justicia”, toda vez que —adelantó— “también están próximas a salir las sentencias por las demandas de fraude genérico y administrativo, asentadas en el juzgado primero de Poder Judicial de la Ciudad de México”.
En el aparato de justicia de la capital de la República trasciende que los líderes corruptos involucrados, destacan en primera instancia, Ricardo Barco López, acusado de fraude administrativo y corrupción, detenido el 23 de mayo pasado, después de 29 años de andar prófugo de la justicia. Optó por el amparo para permitirle seguir su proceso en libertad bajo caución mediante el pago de 24 millones de pesos, beneficio que el juzgador le sumó por ser una persona de la tercera edad.
Gabino Camacho Barrera, otro líder corrupto que ha afectado sistemáticamente a los trabajadores de la ex Ruta 100 y que debido a la captura que la Policía Judicial de Inteligencia capitalina “le echó el guante a su compinche Ricardo Barco”, ni tarde ni perezoso, también eligió promover otro amparo ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para evitar su detención, hasta que el instructor penal decida lo contrario.
Ernesto Monroy Martínez, sospechoso de aparecer su nombre en una nómina corrupta para desestabilizar la unión de los trabajadores, perennemente ha sido estigmatizado entre la Familia Ruta-100, ya que su único recurso es “la unidad léxica compleja”, es decir, “un depredador del lenguaje español”, en pocas palabras, “usa un lenguaje carroñero que no lo embarga ni la vergüenza ni el pudor, porque descaradamente le mienta la madre a medio mundo”.
Lo peor del caso es que sus desfasadas arengas y sentencias han retumbadoen las gruesas paredes de Palacio Nacional y del Palacio del Ayuntamiento de la Ciudad de México.
En cualquier momento, conforme a la reforma al Poder Judicial, los asesores jurídicos de ambos gobiernos surgidos de la Cuarta Transformación, demandarán a la Fiscalía General de Justicia capitalina, detengan a ese individuo para fincarle responsabilidades por el delito de difamación, hoy Daño Moral.
Otro de los líderes involucrados en esta cadena de Administración Fraudulenta, resalta el nombre del último secretario general del SUTAUR-100, Leonel Villafuerte, quien tras la quiebra de Ruta-100, signó con el último gobierno priista encabezado por Óscar Espinosa Villareal, el 1% de las ganancias que se irían acumulando con las empresas que se instituyeron para operar el transporte urbano de la capital de la República. Han pasado casi 30 años, y nunca ha entregado cuentas claras a la Comisión Liquidadora —se reveló— para acusar que “su fortuna es descomunalmente ilícita”.
Al igual que a esos 43 involucrados, a Villafuerte también le asisten sendas demandas penales en su contra, pero tuvo la oportunidad de promover su amparo ante la Corte para que momentáneamente “nadie lo moleste”, pero las acusaciones de sus agravios no han prescrito, que si bien se persiguen por Oficio, también defraudó a terceros.
Como lo dicta un dicho popular, “el Sistema no puede combatir la corrupción, porque la corrupción es el Sistema”, fundamentalmente se deben tomar medidas para combatir este flagelo antisocial para proteger los derechos de los trabajadores de Ruta-100, pues de no hacerlo, por protocolo ético, este tipo de conductas insociables —que conllevan el delito inseparable del fraude—, seguirán siendo la angustia en la unión de la ex Ruta-100.
“La justicia debe ser cumplida y los responsables deben ser llevados ante la ley”, puntualizaron los ex trabajadores que han luchado por cerca de tres décadas para recuperar su inversión del 30% que entregaron de sus liquidaciones para instituir las empresas del Grupo Metropolitano de Transporte, del cual forman parte el parque vehicular articulado denominado Metrobús, arrojando ganancias multimillonarias en contraste a Los Rostros del Olvido que corresponden a los ex choferes de Ruta-100, quienes son los auténticos inversionistas del pulpo camionero de la capital del país.
Lo inverosímil del asunto es que también han surgido otros testaferros cuán intrusos de este movimiento laboral de Ruta-100, un tal Antonio “N” y otro con el nombre de Ramón “N”, andan promoviendo “las perlas de la virgen” para ver qué es lo que recogen de las cenizas de este conflicto que lleva años sin resolverse, debido a la insensibilidad de los gobiernos de izquierda que han desgobernado no solo a la Metrópoli, sino ahora de todo el país con una tendencia kleptocrática al muy estilo comunista, muy propia de los dictadores, opresores y autócratas criminales.
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